El problema de los camellos.
Viajaba por el desierto el calculista Nasrudín con su amigo Alí Gibram, de camino a Damasco. Como eran tan pobres - la meditación nunca ha estado bien pagada - tenían que compartir el camello de su amigo.
Según se acercaban a un oasis, empezaron a oir gritos cada vez más fuertes. Cuando llegaron se encontraron a tres hombres rodeados de camellos discutiendo acaloradamente.
- No discutáis ¡Por Alá!. Que sois hermanos - Dijo Nasrudin.
- ¿Como sabes que somos hermanos? - Peguntó Mohamed (pues así se llamaba el mayor de ellos) - ...Si no nos hemos visto en la vida.
- Salta a la vista - contestó el calculista - sois como tres gotas de agua. Explicadme el motivo de vuestra discusión y quizá... Con la ayuda de Alá nuestro señor... Encontremos una solución satisfactoria para todos.
- Pues verá señor - repuso Hafid, el más joven de los hermanos- Nuestro padre acaba de morir... Y este es su testamento.
Entregó un pergamino a Nasrudín. Este leyó con atención:
"Es mi última voluntad que mis tres hijos reciban en herencia mi manada de camellos y el reparto ha de hacerse del siguiente modo: para mí hijo mayor, Mohamed, será la mitad de la manada; para el segundo, Husseim, un tercio; y para mi amado Hafid el menor, un noveno.
Así se haga en mi nombre y en el nombre de Alá. Firmado Hassam El Cameli. Camellero mayor del desierto del Yemen."
- Pues la cosa está bien clara - dijo Nasrudín - ... No encuetro motivo para tanta discusión.
- El motivo está aquí - sentenció Husseim, señalando a los camellos -... Hay 35 camellos y es imposible respetar las proporciones dispuestas mi mi señor padre, que Alá tenga en el Paraíso.
Nasrudín ya se había percatado de que los camellos eran 35, pues los había contado en el primer vistazo... Por eso ya sabía como solucionar el problema.
- Tengo una solución que nos va a dejar satsifechos a todos... - Anunció el sabio- ...Pero para ello tenemos que añadir a la manada el camello de mi amigo Alí.
Alí que ya conocía de sobra las habilidades de su compañero no dudó en prestar su camello.
- Pues bien empecemos el reparto: Mohamed, de los treinta y cinco camellos que tenía tu padre te corresponderían la mitad, es decir: 17 camellos y medio. Con este reparto te corresponde la mitad de 36 que son 18. Por lo que no creo que tengas motivo de queja.
- Por supuesto que no - contestó Mohamed.
- A tí Husseim - Prosiguió nuestro protagonista - te habrían correspondido 11 camellos y pico. Pero con el nuevo reparto te pertenecen 12 camellos. Esperó que estés satisfecho.
- Absolutamente - respondió Husseim.
- En cuanto a tí Hafid en vez de corresponderte 3 camellos y parte de otro te van a tocar 4...
- Completamente de acuerdo - le interrumpió antes de terminar el menor de los hermanos.
De este modo cada hermano recogió sus camellos: El mayor 18, el mediano 12 y el pequeño 4.
Después del reparto quedaban dos camellos (18 + 12 + 4 = 34). Por lo que Nasrudín se apresuró a decir: - Uno de estos camellos es el que nos ha prestado nuestro amigo Alí...
A lo que todos asintieron.
-... Y el otro, espero que no os importe que me lo lleve yo en pago por resolver el problema.
Nadie puso ninguna pega. Todos quedaron contentos. Los hermanos se abrazaron y se despidieron. No sin antes tomar un té con hojas de Azahar a la sombra de las palmeras.
De este modo pudo Nasrudín proseguir su camino mucho más cómodo en su propio camello.
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